Ya en el siglo XVIII comienza el sistema de promoción de la Moda (junto con la hegemonía francesa) mediante dos muñecas, la gran Pandora y la pequeña Pandora, que desde París recorrían Europa con la última moda. En el período de supremacía de la Alta Costura, esta promoción la realizaban las revistas de Moda, o los apartados de Moda en las revistas. En nuestro presente se recurre a todos los medios de comunicación y propaganda, y se emplean todos los elementos noticiables y de imagen, desde películas y actores famosos, hasta fenómenos de actualidad como una guerra. Todo para asociar una idea a la mercancía (lo que se llama imagen), y así potenciar la función de indentidad y distinción que cumple el vestir.
Muchos pensadores («críticos») han creído que el sistema de promoción de la Moda es el elemento más importante en lo que se ha llamado tiranía de la Moda. Según estos pensadores la Moda (el Poder, en este tipo de literatura) emplea la propaganda para controlar los gustos e ideas de la gente. Aparte de la noción totalmente errónea de propaganda como determinación mecánica (a más tiempo de exposición a un anuncio, y cuantos más anuncios vea, un individuo estará más convencido-alienado), estos pensadores no tienen en cuenta que existe una multiplicidad de creadores y de marcas, y que las revistas, y otros medios de comunicación, favorecerán a unos más que a otros, o a unos y no a otros, de acuerdo a sus intereses; en todo caso, no cabe asumir, por principio, que publicistas, críticos, periodistas y exponentes de la moda acaten por entero las disposiciones (en ideas y en diseños) de creadores y marcas. Se trata de dos sistemas relativamente independientes, y uno puede marchar de modo distinto a lo previsto por el otro.
Muchos pensadores («críticos») han creído que el sistema de promoción de la Moda es el elemento más importante en lo que se ha llamado tiranía de la Moda. Según estos pensadores la Moda (el Poder, en este tipo de literatura) emplea la propaganda para controlar los gustos e ideas de la gente. Aparte de la noción totalmente errónea de propaganda como determinación mecánica (a más tiempo de exposición a un anuncio, y cuantos más anuncios vea, un individuo estará más convencido-alienado), estos pensadores no tienen en cuenta que existe una multiplicidad de creadores y de marcas, y que las revistas, y otros medios de comunicación, favorecerán a unos más que a otros, o a unos y no a otros, de acuerdo a sus intereses; en todo caso, no cabe asumir, por principio, que publicistas, críticos, periodistas y exponentes de la moda acaten por entero las disposiciones (en ideas y en diseños) de creadores y marcas. Se trata de dos sistemas relativamente independientes, y uno puede marchar de modo distinto a lo previsto por el otro.
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